También noté un dolor fuerte en el pecho cada vez que aparecía por mi colegio un perro solo. Cuando mi primer reflejo era mirar a los lados para ver si venía solo, angustiarme cuando no encontraba a nadie y tenía que irme viendo cómo me miraba. Era en esas situaciones donde me percataba de que lo que yo padecía no lo padecían todos los niños. Porque mi felicidad no era entendida.

Como siempre aparezco a trompicones y más tarde que pronto, pero aparezco. Sé que tras el primer post de decepciones. Dedicado a Benefit, que escribí entre la valentía y el miedo, os quedasteis sorprendentemente con ganas de más. Así que ya eran horas de intercalar tanta recomendación y tanta ansia arruina vidas con un poquito de Nunca máis. Que me duelen en el alma y los bolsillos. Que son un trauma psico-económico. Hete aquí la segunda parte. No sé como he podido .